
Hacia una cosecha exitosa
Hacia una cosecha exitosa
La floración es una de las etapas del ciclo de vida de la planta de cannabis en donde puedes perder el trabajo de meses o puedes tener como resultado el mejor cannabis que hayas visto en tu vida, todo dependerá del manejo fitosanitario que puedas darle a tu planta y de la precisión con la que controles ciertos criterios mínimos que lleven a la obtención de jugosas y saludables cosechas. Desde la germinación de nuestras semillas de marihuana (en Co), veremos algunos de los momentos clave durante el proceso de desarrollo de los cogollos y algunas recomendaciones que puedan servir a la detección de problemas que, al ser tratados de manera temprana, evitan el daño de nuestras anheladas flores.

Identificación temprana del sexo de la planta
Generalmente, existen dos rutas al momento de obtener nuestras semillas de cannabis (en Colombia) para que el proceso de identificación del sexo de la planta pueda realizarse de manera efectiva. Una ruta la constituye las semillas regulares, estas son aquellas semillas que provienen de un cruce común entre un macho y una hembra por lo que no sabemos cuántos machos y cuantas hembras pueden salir de dicho cruce, esto hace que el primer paso con este tipo de semillas sea realizar el cultivo desde germinación bajo un fotoperiodo de 12 horas de luz y 12 de oscuridad total. De esta manera podemos identificar de manera temprana cuáles son hembras y machos para evitar riesgos de polinización a futuro. Los machos también entran en floración, pero no serán interés de este artículo, por lo que nos enfocaremos solo en las hembras. Una vez identificado el sexo de la planta hembra procederemos a suministrar un fotoperiodo de 18 horas de luz y 6 de oscuridad total, esto ocasionará que la floración se detenga y la planta empiece un periodo de crecimiento vegetativo, lo que implicará un ahorro enorme en recursos y en materiales de plantas que pudieran no ser hembras y descubrirlo lo antes posible.
La segunda ruta la constituyen las semillas de cannabis feminizadas (en Colombia), las cuales por un proceso diferente de reproducción se puede anticipar su sexo, pues bajo una forma especial de polinización controlada, las semillas producidas serán plantas hembra, por lo que se podrá suministrar desde germinación fotoperiodos de crecimiento vegetativo de 18 horas de luz, sin la necesidad de tener que inducir a flora temprana para determinar su sexo y tener que volver a obtener el crecimiento vegetativo por revegetación. Dentro de este tipo de semillas se encuentran también las semillas de marihuana autoflorescientes (en Colombia), que dependiendo de sus condiciones genéticas pueden entrar a floración de forma más temprana, lo que no quiere decir que su floración sea más rápida sino su proceso de sexado, que no responde a las horas de luz del periodo vegetativo.
El inicio de la flora y algunas condiciones ambientales ideales
Una vez nuestra planta ha obtenido el tamaño deseado y la ramificación óptima para iniciar el proceso de floración, es necesario garantizar una serie de parámetros básicos que van desde la infraestructura de la zona de cultivo hasta la humedad del entorno. A pesar de que existe un tipo de cultivo denominado como “guerrilla”, donde las plantas se siembran a la intemperie o a cielo abierto, no será objeto de interés para este escrito, pues creemos firmemente que el control de algunos parámetros ambientales garantiza resultados que de otra manera no se pueden obtener. Lo primero es limitar la humedad producto de las lluvias con cultivos bajo techo o invernaderos, toda vez que el descontrol de la humedad sobre el sustrato es el principal factor de riesgo de hongos como el Fusarium y el Phytium, y una alta humedad en los cogollos ocasiona la aparición de hongos como son Oidio y Botrytis. Lo segundo son las condiciones de luz y oscuridad, pues para este periodo de floración la luz que recibe la planta durante 12 horas debe ser de la mejor calidad y de forma ininterrumpida en este lapso, mientras que las 12 horas de oscuridad deben ser totales, donde no exista ningún tipo de contaminación lumínica que afecte la formación de los cogollos. En tercer lugar, es ideal que en la zona de cultivo bajo techo la temperatura no se eleve por encima de los 35 grados ni descienda por debajo de los 4 grados, lo que indica que si se superan estos límites es importante tener a la mano extractores e intractores de aire, ventiladores o deshumificadores; lo mismo sucede con humedades relativas constantes muy altas o muy bajas durante este ciclo de vida de la planta.

Sobre la nutrición y el sustrato
Es importante destacar que luego de garantizar las condiciones ambientales es necesario revisar algunos asuntos relacionados con el sustrato, la maceta, la nutrición y los riegos, pues la planta para entrar en una floración altamente productiva requiere de un espacio adecuado para el posterior desarrollo de la raíz y que esta pueda aprovechar la alimentación disponible.
Realizar un trasplante luego de determinar el sexo de la planta es uno de los procesos más benéficos para la floración. Por lo general el cambio al fotoperiodo bajo 12 horas de luz se realiza simultáneamente con un trasplante a una maceta el doble de la capacidad en litros del recipiente donde se desarrolló el crecimiento vegetativo, en tanto un nuevo espacio para las raíces se traduce en una mejor flor resultante. El sustrato a utilizar puede ser de su elección, lo importante es reconocer en este las cantidades de macronutrientes y micronutrientes que puedan estar disponibles para este ciclo. Dado el caso que el suelo no sea muy nutrido o tenga altos componentes en fibras es ideal complementar con el uso de humus de lombriz líquido o utilizar guano de murciélago.
Para prevenir la aparición de hongos en el sustrato que atacan la raíz de la planta es muy importante el control del riego, pues la humedad en el sustrato en exceso y en condiciones de resequedad son el principal factor causal de estos patógenos. Por lo que una vigilancia constante sobre la planta permitirá identificar cuando la baja o alta humedad comienzan a afectar el crecimiento, ocasionando problemas en la nutrición y formación de los cogollos. Las plantas tienen requerimientos hídricos muy diversos y encontrar un método único de riego es bastante complejo, todo recae en los sentidos del cultivador, quien debe determinar los momentos en que la planta precisa de agua.

Patologías previas a la cosecha
Para finalizar este proceso de manera exitosa hay un indicador que nos muestra si este proceso llegó a feliz término y es el estado de salud de las flores. Los cogollos son constituidos por gran parte de material vegetal cubierto por tricomas, pues la resina alcanza a abarcar gran parte de las hojas y los peciolos, y en el momento de la cosecha y la manicura fina suelen dejarse estas áreas con tricomas, aunque no estén tan próximas a los cálices. Aunque las hojas pierden su color verde y comienzan a tornarse más amarillas debe tenerse la precaución de no llevarse ninguna plaga al secado o algún otro patógeno que afecte negativamente el proceso, por ello es clave buscar información y aprender a identificar plagas como la cochinilla, el pulgón, la araña roja y el tigre del plátano, pues suelen llegar en las fases de finales y aprovechan que no podemos aplicar controles de manera foliar, por lo que infestan los cogollos y se reproducen a velocidad acelerada.
Por último, la amenaza más agresiva por su capacidad de invasión y destrucción del material son los hongos, por ello también es recomendable reconocer y obtener información adicional de hongos como fusarium, botrytis, mildew, oídio y fumagina, pues aparecen al más mínimo descontrol de humedad en el sustrato y en el ambiente, por lo que un de las conclusiones clave es mantener los cogollos lo más seco posible durante su formación, pues el agua promueve la aparición de diversos tipos de moho. Es segundo lugar, la vigilancia permanente mirando las flores muy de cerca y atendiendo a cualquier cambio brusco de color y de olor y previniendo cualquier forma de pudrición de brácteas y pistilos por ataques de patógenos. De esta manera una relación estrecha entre el cultivador y la planta y una vigilancia fitosanitaria permanente nos permitirá alcanzar la principal meta de una cosecha exitosa y saludable.